Goya

Goya

viernes, 21 de abril de 2017

Grabados



Grabado número 2. Con razón o sin ella.

 En Con razón o sin ella dos soldados españoles se enfrentan a tres franceses, alineados como si de un pelotón de ejecución se tratase. Uno de los españoles, que sangra abundantemente por la nariz, sujeta en sus manos un puñal y alza su rostro con gallardía. El otro, situado algo más hacia el fondo, mira hacia el espectador con una expresión en la que se funden el dolor y el miedo al tiempo que empuña una lanza. Mientras todo esto sucede, al fondo, varios personajes se enzarzan en una feroz lucha, quizá para no correr la misma suerte de quienes van a ser ajusticiados en primer término. 
En realidad de poco o nada pueden servir estas precarias armas con que los españoles se enfrentan a las bayonetas galas, armas que en el grabado se contraponen de manera evidente. En este sentido Goya nos muestra, tanto en esta imagen como en otras muchas de Los Desastres de la guerra, que frente al ejército francés bien provisto de armas, el populacho español trató de suplir las carencias materiales con su propio coraje. 

De la misma manera que hará en otros grabados de esta serie o como hizo en El tres de mayo de 1808, Goya presenta a los verdugos de espaldas al espectador, con sus rostros ocultos. Es probable que sea una manera de aludir al carácter universal de la violencia, más allá de cualquier aspecto que sirva para identificar a quien la infringe. Asimismo, la idea de universalidad está subrayada también por la carencia de elementos pertenecientes a un paisaje o a un espacio concreto que nos permita saber que está sucediendo.


Grabado número 3. Lo mismo.

El grabado que aquí nos ocupa se relaciona con el nº 3 de la serie titulado Lo mismo. Goya establece una analogía del grabado nº 2 con la siguiente escena, en la que se produce la situación inversa, es decir, unos españoles se ensañan con varios soldados franceses. Mediante estas imágenes consecutivas y, al mismo tiempo, paralelas el pintor expresa su incapacidad para justificar estas dos circunstancias, para exculpar la violencia igualmente inadmisible en cualquiera de los dos casos.



Grabado número 7. ¡Qué valor!.

Uno de los debates suscitados desde los primeros estudios de los Desastres hasta nuestros días ha sido el del origen temático de las estampas; si estaban basadas y representaban hechos concretos o si eran recreaciones genéricas de sucesos que Goya había visto o leído y que le servían para expresar su particular visión de la guerra. Quizá esta estampa mejor que ninguna sirve para ejemplificar el proceso de elaboración del artista. Como sabemos, Goya fue llamado a Zaragoza en octubre de 1808 por el general Palafox, junto con los grabadores Juan Gálvez y Fernando Brambila, para “ver y examinar las ruinas de aquella ciudad, con el fin de pintar las glorias de aquellos naturales, a lo que no me puedo excusar por interesarme tanto en la gloria de mi patria”, según comentó el propio pintor unos días más tarde en carta a José Munárriz, secretario de la Real Academia de Bellas Artes. Es evidente que la ruina y desolación que Goya pudo observar durante su estancia en Zaragoza –no superior a dos meses, puesto que la ciudad fue de nuevo sitiada el 20 de diciembre– hubo de causar una honda impresión en el pintor. La coincidencia temática de muchos de los primeros Desastres con las relaciones impresas de lo acontecido en la ciudad.
La participación de las mujeres en los primeros momentos del levantamiento en Madrid y durante el sitio de Zaragoza fueron aspectos muy destacados por los cronistas. El papel de la mujer en los combates suponía ampliar el ámbito social del levantamiento popular, por lo que poner de manifiesto de forma elocuente sus acciones bélicas era una cuestión indudablemente propagandística. La representación icónica de los héroes en la serie de las Ruinas de Zaragoza constituye en este sentido un ejemplo modélico, ya que aparecen representados como los protagonistas de los dramas teatrales patrióticos que tanto éxito tuvieron en los escenarios de la época. El punto de partida de Goya podía por tanto ser el mismo. Sin embargo, el fondo conceptual de esta estampa es radicalmente diferente, precisamente por su sentido genérico y emblemático. Goya renuncia de modo explícito a la representación de personajes o situaciones concretas: la falta del nombre de la protagonista, el hecho de representarla de espaldas y la carencia de un espacio identificable, son modos elocuentes para revelarnos que estamos ante una imagen genérica que expresa la participación de la mujer en el conflicto y su valor ante la muerte a la que todos están abocados. Dérozier hizo una interesante interpretación según la cual la mujer pasa de la individualidad a ser el símbolo de la España heroica, y donde la admiración por el personaje es un ejemplo de la ambivalencia de sentimientos entre el Goya liberal, defensor del espíritu ilustrado, y el que reconoce el heroísmo y la dignidad de los patriotas, que se hace patente a lo largo de toda la serie de los Desastres. Esta estampa ejemplifica al mismo tiempo el tratamiento que reciben las mujeres en gran parte de las estampas de la serie, en las que en general se constituyen en víctimas o en valerosas defensoras de la vida de los suyos.



-Grabado número 19 Ya no hay tiempo.

Goya trató no tanto de dejar constancia de hechos concretos sino de captar la esencia de los mismos. Se sitúa de este modo en un plano contiguo a la acción, tomando parte en el suceso como nunca hasta ahora artista alguno había realizado. De ahí también la proximidad de las figuras que protagonizan cada uno de los Desastres, monumentales, muy cercanas a nuestro plano de visión, y que apenas dejan espacio para lo anecdótico de los fondos. Es posible interpretar los desastres a partir de hechos concretos documentados. Lo que acontecía en estos años estaba en boca de todos, en la calle, en la prensa, en los panfletos, en la literatura e incluso en el teatro. Goya es capaz de crear imágenes completamente nuevas a partir de estos hechos y de la información que generaron; partiendo de la realidad, la transforma en imágenes nuevas, sin equivalente formal hasta entonces, y que se van a convertir en referentes universales de los desastres que genera la guerra. Los Desastres son la máxima expresión que un artista haya sido capaz de realizar de la irracionalidad de la violencia y de sus terribles consecuencias sobre el Hombre. Lo esencial de estas obras es su intención de universalizar el tema de la violencia, de mostrar la esencia del mal que acarrea, y de brindarnos unas imágenes ante las que no podamos permanecer indiferentes, ya que su mera contemplación es como un puñetazo a nuestra conciencia. 

Guerra de la Independencia

La guerra de la Independencia española fue un conflicto bélico desarrollado entre 1808 y 1814 dentro del contexto de las Guerras Napoleónicas, que enfrentó a las potencias aliadas de EspañaReino Unido y Portugal contra el Primer Imperio francés, cuya pretensión era la de instalar en el trono español al hermano de NapoleónJosé Bonaparte, tras las abdicaciones de Bayona.

La Rendición de Bailén


La obra representa la primera victoria de las tropas españolas frente los ejércitos franceses durante la guerra de Independencia (1808-1814), concretamente la capitulación y rendición del ejército francés en las cercanías de Bailén (Jaén).

A la izquierda podemos ver al general de las tropas españolas, Castaños, saludando a la tropa vencida.
A la derecha observamos a Dupont, que parece responder al saludo de Castaños con una actitud arrogante.
Además de estas dos figuras importantes, encontramos alrededor de ellos numerosos militares que participan en la batalla.

Y son fieras




En la obra podemos observar a un grupo de mujeres que ataca al ejército napoleónico con palos y piedras. Podemos ver a alguna de ellas llevando a su hijo en brazos mientras agrede a los soldados del bando enemigo. Hay tres hombres, dos de ellos están siendo apuñalados por las dos mujeres y el tercero está apuntando a una mujer. Además hay un grupo de personas amontonado en el suelo. El primer plano las figuras son de color blanco y las figuras del fondo son más oscuras.

¿Por qué le interesa a Goya representar el día a día de la guerra y no las grandes batallas? 

Francisco de Goya (1746-1828) es el mayor representante del arte español del s. XVIII y comienzos del s. XIX. Fue el artista que mejor supo representar las contradicciones internas de un momento histórico difícil en España: el tránsito del Antiguo Régimen al Liberalismo. En estos años, España vivía experiencias como el despotismo ilustrado de Carlos III (1759-1788), la profunda crisis interna y externa del reinado de Carlos IV (1788-1808), la invasión napoleónica y la Guerra de la Independencia (1808-1814), las experiencias liberales introducidas por las Cortes de Cádiz y la vuelta al absolutismo planteada por el reinado de Fernando VII (1814-1833) y sus consecuencias represivas.


Goya es un artista que no permaneció fiel a un solo estilo, sino que refleja en sus obras diversos estilos pictóricos. En su evolución como artista se muestra como un innovador e investigador, que cultivó todos los géneros y técnicas. Goya comenzó siendo un pintor inmerso en el Barroco decorativo. No obstante, pronto evolucionó hacia un estilo neoclásico, creando un estilo propio y personal. 



 ¿Qué observamos más, la crueldad o la heroicidad en las representaciones de Goya de cualquiera de los dos bandos? 

Por todo lo nombrado y visto anteriormente, y con las obras expuestas podemos ver como Goya se centra más en aspectos como la crueldad, la miseria, la muerte, el miedo, el fanatismo... que fueron tanto consecuencias de la guerra como las represiones políticas que han habido posteriormente.

La gravedad de la guerra fue tal que Goya no lo oculta en sus obras.